Marc Piollet

Mención aparte merece la extraordinaria labor del coro liceísta, quien realizó una de sus mejores prestaciones de los últimos tiempos, secundado por la competente labor de las voces blancas del Cor Vivaldi – Petits Cantors de Catalunya. El director francés, Marc Piollet, debutante en el coliseo catalán, supo imprimir un vivo arranque en el preludio inicial, aunque luego su labor fuera un tanto a remolque de la escena. A pesar de ello, la orquesta sonó conjuntada y tuvo detalles de exquisita musicalidad, especialmente en la sección de cuerdas.
Al finalizar, crónica anunciada: abucheos y aplausos a la par para don Bieito, y ovación general a los intérpretes.

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Marina Poplavskaya

La veterana Maria Bayo, prevista para otro de los múltiples repartos, sustituyó en el último momento a la indispuesta Marina Poplavskaya en el rol de Micaëla, papel que interpretó sabiamente con sensibilidad técnica y exquisitez musical. Entre el resto de comprimarios, destacó la notable labor de Francisco Vas (Remendado), así como la profesionalidad y buen hacer de Marc Canturri (Dancaïre), Eliana Bayón (Francisquita) e Itxaro Mentxaka (Mércedès).

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La Carmen de Béatrice

Donde sí brilló el compositor francés fue en las voces protagonistas, especialmente en el espléndido Don José de Roberto Alagna. El tenor francés ofreció una lectura profunda y madura del torturado personaje, rica en acentos y matices, y pletórica en los ataques al agudo y en el derroche de sensibilidad lírica, a lo que aunó una dicción impecable. La Carmen de Béatrice Uria-Monzon, aunque siempre correcta en lo musical, estuvo faltada de un mayor calado dramático y personalidad vocal. Con todo, su interpretación fue de menos a más y, al final, acabó dando cuerpo a un intenso y apasionado dueto trágico. Erwin Schrott fue un Escamillo atractivo y vigoroso, de timbre más bien baritonal pero con graves suficientemente sólidos.

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